Desde mis inicios, siempre he destacado la figura de la mujer como principal representación de fuerza y resiliencia en mis obras, como la femme fatale. Luego, el hecho de vivir y presenciar las consecutivas pérdidas humanas en mi familia, mis piezas comenzaron a reflexionar y hablar por sí solas, y a aumentarse, plasmando en cada una de ellas, mi alma, y profundizando en el estudio de la vida después de la muerte (resurrección), la teoría del caos y la “caja negra” del cerebro.

Doy vida a piezas surrealistas, con predominio del simbolismo, en las que la pintura, el grabado y el dibujo a pluma, hacen que cada obra tenga una belleza oscura, en donde el oro y la plata sobresalen de esa atmósfera oscura y crean una belleza ineludible, yendo de la mano de mosaicos y grabados, bodegones y paisajes difusos que dan paso a retratos, pero sobre todo, autorretratos, ya que, y cito a Frida Kahlo “Me pinto a mí misma porque me conozco mejor a mí misma”.